miércoles, 11 de enero de 2012

Amor a primera vista

Ambos están convencidos
de que los ha unido un sentimiento repentino.
Es hermosa esa seguridad,
pero la inseguridad es más hermosa.

Imaginan que como antes no se conocían,
no había sucedido nada entre ellos.
Pero, ¿qué decir de las calles, las escaleras, los pasillos
en los que hace tiempo podrían haberse cruzado?

Me gustaría preguntarles
si no recuerdan
quizás un encuentro frente a frente
alguna vez en una puerta giratoria,
o algún "lo siento",
o el sonido de "se ha equivocado" en el teléfono,
pero conozco su respuesta.
No recuerdan.

Se sorprenderían
de saber que ya hace mucho tiempo
que la casualidad juega con ellos,
una casualidad no del todo preparada
para convertirse en su destino,
que los acercaba y alejaba,
que se interponía en su camino
y que conteniendo la risa
se apartaba a un lado.

Hubo signos, señales,
pero qué hacer si no eran comprensibles.
¿No habrá revoloteado
una hoja de un hombro a otro
hace tres años
o incluso el último martes?

Hubo algo perdido y encontrado.
Quién sabe si alguna pelota
en los matorrales de la infancia.

Hubo picaportes y timbres
en los que un tacto
se sobrepuso a otro tacto.
Maletas, una junto a otra, en una consigna.
Quizá una cierta noche el mismo sueño
desaparecido inmediatamente después de despertar.
Todo principio
no es más que una continuación,
y el libro de los acontecimientos
se encuentra siempre abierto a la mitad.


Wislawa Szymborska

viernes, 6 de enero de 2012

Volver, volver y volver

Se sentó sobre una colcha bordo que estaba situada junto al ventanal de su habitación, eligió uno de los libros repartidos en el suelo y comenzó a leerlo. Era un día de lluvia; el cielo estaba gris y las gotas eran más grandes de lo que ella recordaba. Cuando su cerebro asimiló la frase más hermosa de amor que creía haber leído en su vida, miró fijamente hacia afuera y lo recordó desnudo en su cama. Habían pasado ya muchos años desde su partida, pero parecía que todo hubiera sido ayer por la claridad con que recordaba su voz.

martes, 3 de enero de 2012

José Arcadio y Rebeca

"Ella tuvo que hacer un esfuerzo sobrenatural para no morirse cuando una potencia ciclónica asombrosamente regulada la levantó por la cintura y la despojó de su intimidad con tres zarpazos, y la descuartizó como a un pajarito. Alcanzó a dar gracias a Dios por haber nacido, antes de perder la conciencia en el placer inconcebible de aquel dolor insoportable, chapaleando en el pantano humeante de la hamaca que absorbió como un papel secante la explosión de su sangre."

Gabriel García Márquez