Mezclo la ironía con la soberbia,
reparto la angustia
y doy vuelta las cartas del recuerdo.
Todavía no puedo olvidar aquel juego,
aquellos puntos que anoté en tu piel;
lo que más me lastima es saber
que aposté hasta el alma
y en contra tuyo perdí hasta la fe.
¿Cómo es que todavía no puedo recuperar
todo aquello que te dí?
Por más que junte mil préstamos,
no puedo alcanzar el montón,
que ciega, tiré en la mesa
de tu avaricia, de mi pasión.
No quisiste darme revancha
y acá estoy, mirándote fijo,
con dolor y ambición.
¿Cuánto tiempo más tendré que esperar
para ganar un poco de amor?
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