Puedo hablarte de música, libros y películas de acción;
puedo hablarte de hábitos, adicciones y enfermedad;
puedo hablarte de libertad, miedo y frustración;
puedo hablarte de guerras, de Gandhi y de compasión;
puedo hablarte de familia, amigos y televisión;
pero no puedo hablarte de amor.
Puedo escucharte, mirarte y cantarte;
puedo soñarte, imaginarte y extrañarte;
puedo besarte, lamerte y rasguñarte;
puedo envolverte, reducirte y admirarte;
puedo guiarte, incentivarte y atacarte;
pero no puedo hablarte de amor.
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