jueves, 27 de septiembre de 2012

¿Por qué tratar de explicar 
mi tristeza con palabras, 
si me encuentro segura, de que jamás, 
vas a volver a escucharme? 

jueves, 13 de septiembre de 2012

Si te tuviera enfrente...

Si te tuviera enfrente no tendría el valor para abrazarte,
pero sí para mirarte a los ojos.

Si te tuviera enfrente trataría de acercarme,
pero tendría miedo de que no lo desees.

Si te tuviera enfrente te hablaría de mi vida cotidiana,
pero no podría confesarte que a cada segundo estás en mis pensamientos.

Si te tuviera enfrente me podría imaginar exactamente cómo hacerte el amor,
pero jamás podría insinuarlo.

Si te tuviera enfrente mi nervios me traicionarían, me trabarían el habla,
pero trataría de contestarte todo lo que te haga sentir seguridad.

Si te tuviera enfrente podría aconsejarte acerca de cómo no cansarte de la rutina,
pero no podría opinar acerca de la mía,
ya que en todo momento me canso de no tenerte conmigo.

Si te tuviera enfrente podría sacar tus dudas con una sola caricia,
pero no podría dártela sin que lo hagas primero.

Si te tuviera enfrente estaría asustada,
me cuestionaría si estoy enamorada.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

"Lo único seguro es que estás existiendo, Dolores, en algún rincón de este día, en algún lugar del mundo, sola o con alguien, pero sin mí. Lo único seguro es que sos mejor que todas tus imágenes, que todas las imágenes que yo tengo de vos. ¿Quise esperar este instante a solas, sin prisa exterior y sin testigos, para decirme con todas las letras, que estoy enamorado? Quizá sólo semi-enamorado. Porque ella dice que no, que no me quiere. Y para estar total, completa, absolutamente enamorado, hay que tener plena consciencia de que uno también es querido, que uno también inspira amor."

Mario Benedetti

Despertar

La luz del Sol que se filtraba por la persiana, se detuvo en mis ojos cerrados. Me quise inclinar para esquivarla y poder seguir durmiendo, pero me detuvo un brazo sujetado alrededor de mi cintura. Me dí vuelta y lo ví sereno, soñando, sonriendo, entonces me acomodé, y comencé a disfrutar y a recordar cada detalle de la noche que había vivido; sus caricias, sus besos, su cuerpo.
No podía creer tenerlo tan cerca, tan indefenso, tan desnudo.