La luz del Sol que se filtraba por la persiana, se detuvo en mis ojos cerrados. Me quise inclinar para esquivarla y poder seguir durmiendo, pero me detuvo un brazo sujetado alrededor de mi cintura. Me dí vuelta y lo ví sereno, soñando, sonriendo, entonces me acomodé, y comencé a disfrutar y a recordar cada detalle de la noche que había vivido; sus caricias, sus besos, su cuerpo.
No podía creer tenerlo tan cerca, tan indefenso, tan desnudo.
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